EL PASO DEL TIEMPO (2)



En este apartado hablaremos sobre la visión que Gabriel Ferrater tiene sobre la vida y como esta se proyecta en su poesía. Abordaremos, especialmente, el tema del paso del tiempo mediante el análisis de la obra del poeta, como su infancia le acompaña durante toda su vida, como el alejamiento de esa infancia toma forma en sus poemas y como él ve la muerte. 
El yo poético de “Les dones y els diez” está íntimamente ligado con el autor y prueba de ello es por ejemplo “In memoriam”. En “In memoriam” el poeta nos cuenta mediante anécdotas como vivió en su infancia la Guerra Civil. Ferrater en aquella época tenia catorce años y no estaba especialmente preocupado por lo que a su alrededor sucedía, como él mismo nos cuenta “De moment no em va fer gaire efecte. El cap m’anava ple d’una altra cosa”. Esa otra cosa era la poesía. Ferrater fue un chico que en lugar de sentir cierto temor hacia Guerra, más bien, veía cierta libertad, ya que mientras los grandes se preocupaban de sus asuntos y tenían miedo, los chicos como Ferrater se sentían libres para hacer lo que quisieran. Dicha libertad, de la que el propio Ferrater gozaba, se puede ver reflejada en los siguientes versos de “In memoriam”: “Oloràvem la por que era l’aroma d’aquella tardor, però ens semblava bona. Era una por dels grans. Sortìem de la por infantil i teniem la sort que el món se`ns feia gairebé del tot fácil”. El poeta se sentía feliz por esa libertad de la que gozaban. Libertad que, en tanto que los años pasan se va quedando atrapada en el envejecimiento, y la única forma de saborearla que tiene Ferrater es mediante su poesía. Ferrater en este poema, que roza el realismo histórico, nos cuenta que en aquellos tiempos aprendió a robar, que se paseaban por los prostíbulos y frecuentaban con su padre bares. Podríamos decir que Ferrater, desde muy joven, no tuvo una infancia como la de los demás niños, sino que se hizo adulto prematuramente. En resumen, Ferrater vivió al margen de la guerra, el miedo que en aquel tiempo predominaba, no pudo apoderarse de su juventud, más bien, como hemos dicho anteriormente, era precisamente lo que le dejaba libertad para vivir. Por ello, Ferrater rompe con los esquemas de la poesía de posguerra, en la que los poetas se sentían dañados por las consecuencias de esta, mientras que Ferrater recuerda en ella los mejores años de su vida.
El paso del tiempo es uno de los principales temas recurridos por Ferrater para su obra. En numerosos poemas podemos ver como se nos plantea desde el punto de vista del yo poético. Para el yo poético, cada día que pasa es igual al anterior, como si todos estuviesen repetidos. Observemos los siguientes versos del poema “Punta de dia”:
Quan clivella/ la mà del nen que es cansa de fer força per irritar els seus germans, fent veure que els amaga/ no se sap què de valuós, i va afluixant/ la presa, i sé que res no en sortirà que no/ fos ahir en mi deconsoladament, i em fa/ fred mirar-me un dia més, pinyol/ tot salivat, pelat de polpa, fora nit.
Cuando llega un nuevo día, se ve sumergido en la más profunda rutina. Cada día se repite, la claridad del día hace que se resalten esas arugas de viejo. Más bien lo que hace el día es recordarle que el tiempo pasa y que se está haciendo viejo. Si observamos los dos últimos versos citados, podemos ver perfectamente esa monotonía y algo más. Ferrater prefiere vivir en la noche, donde se siente joven, donde florecen en él los recuerdos, donde vive realmente. Esto nos lleva al poema de “Ponent excessiu” en el que muestra ese rechazo del día que marca el paso del tiempo, y como con ansia espera que llegue la noche en la que él se siente cómodo y revive, como hemos dicho anteriormente, esos momentos más significativos de su vida. Analicemos los siguientes tres últimos versos de “Ponent escessiu” a fin de entender mejor esta idea: “Eixuga llum, / llença cotons de núvols, renta’t, gira’t, / beu el més límpid gin de lluna i mar”. Antes de comentar este poema, como todos los lectores de Ferrater ya sabran, debemos destacar la afición que el poeta tenía en cuanto a la bebida. Por ello, en estos versos da la sensación de que ha estado prácticamente todo el día durmiendo y la noche anterior bebiendo hasta las horas más altas de la madrugada, por lo que se levanta durante las horas del atardecer y observa como el sol se pone, sintiéndose impaciente por que la noche llegue lo antes posible. Muestra de ello son los dos últimos versos, espera con ansia la llegada de la noche para levantarse, asearse y ponerse de nuevo a vivir en esa oscuridad que le hace sentirse joven.
Estos no son los únicos poemas en los que vemos que Ferrater se siente asfixiado por el paso del tiempo. “La cara” expresa perfectamente esa repulsión por envejecer que se va apoderando de él conforme más lejana queda su infancia y juventud. Utiliza la metáfora de una serpiente atropellada por una rueda, para compararla con la rugosidad de la cara de una persona mayor. Ese deseo de sentirse joven y ese miedo a envejecer queda manifestado en los siguientes versos: “aquesta cara jove/ s’ha fos com una mascara/ de cera, i m’ha fet veure/ la cara ineluctable/ del vell que s’hi amaga/ i sap com l’odiem”.
Gabriel Ferrater era un hombre que no temía a la muerte, que no temió a la Guerra Civil, donde los mejores años de su vida quedaban plasmados. El yo poético vive en el recuerdo, y por eso adora tanto la oscuridad de la noche pues en ella puede ver el niño que era, las vivencias más significativas, los amores que una vez tuvo. Es como si mediante sus poemas viajara hacia el pasado. Sin embargo durante el día, ve la realidad, se da cuenta que el tiempo va pasando y que esos recuerdos van quedando atrás, encerrados en la mente de un niño con cuerpo de viejo. 






Richard Grande
Filosofía, 2011-12

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